Los pandemials tienen el modo para domar a la bestia || La noche de los Nahuales

Por Benjamín M. Ramírez

En estos días, según los pronósticos de las autoridades de salud en el país se presentarán los momentos más críticos de la pandemia COVID-19, al alcanzar —según estimaciones oficiales— el mayor número de contagios, lo que podría orillar un desbordamiento de hospitales y centros de atención tal como se presentara en Italia y España, cuando estos países llegaron a la cúspide crítica de la pandemia.

 

Según las autoridades sanitarias es necesario reforzar el confinamiento y las medidas preventivas para evitar alcanzar el punto crítico con un mayor número de casos y decesos que hasta el cierre de esta entrega superan ya los 2, 154 fallecidos.

 

En esta situación de emergencia sanitaria entran a escena situaciones de vaivenes, golpeteos políticos y señalamientos por situaciones irrisorias ante la necesidad de crear un frente común, unir esfuerzos e insumos para domar al COVID-19, tal como lo expresara en días anteriores el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

 

En primer lugar, tal como se acostumbra en situaciones de incertidumbre —lo expresa el dicho: a río revuelto ganancia de pescadores, hacer leña del árbol caído o la desgracia de uno es la felicidad de otro—, sabiduría de antaño y que el imaginario colectivo puede traer a la memoria ante las pérfidas y bien obtenidas ganancias en estos tiempos de calamidad cuando lo necesario y urgente se puede vender al precio que el proveedor imponga.

 

Sin duda, los precios de los insumos y equipos necesarios para atender la emergencia del COVID-19 cambiarán una vez concluido la pandemia y su demanda urgente, o que los costos eran menores antes del brote epidemiológico. Y quienes están en posibilidades de crear una empresa, constituirse en proveedor del gobierno en turno y que paguen los precios que se proponen han sido y serán una vieja y anquilosada práctica del pasado; se piensa con el signo de peso como detonante de negocios.

 

Lo anterior me recuerda las viejas prácticas de los abarroteros en mi pueblo, quienes identificaban a sus clientes e incluso a los clientes esporádicos o desleales que, siguiendo un principio de sentido común buscaban el mejor precio. Pero en el pueblo todo se sabe. Así que sí tu proveedor de abarrotes se enteraba que habías ido a la tienda de enfrente, cuando solicitabas algún producto te contestaba de mala gana, “¡no hay!”, a pesar de tener el producto a la vista, castigo que se podría prolongar incluso en años.

 

Afortunadamente llegó la competencia y el monopolio abarrotero llegó a su fin, incluso hasta su desaparición: los productos en veda podrían ser muy simples, petróleo, azúcar, aceite o jabón. Sólo los que comprendieron la importancia del cliente lograron mantenerse en la competencia.

 

Así pasará con los muy útiles y necesarios ventiladores y otros insumos ante la emergencia sanitaria que supone el COVID-19, y su punto crítico en el trascurso de esta semana.

 

Y en asuntos menos penosos, la declaración de la ex embajadora de los Estados Unidos de Norteamérica, Roberta Jacobson,  sobre sí el ex presidente  Felipe Calderón Hinojosa tenía conocimiento sobre el actuar del súper policía Genaro García Luna ha despertado este fin de semana una guerra de declaraciones.

 

Calderón niega haber conocido algún nexo de García Luna con el crimen organizado, cuando en el país el que cuenta con toda clase de información privilegiada es el presidente de la República. Frente a la declaración de la ex funcionaria norteamericana y la publicación en el semanario Proceso, Calderón empleó el derecho de réplica para dar a conocer una apología de su sexenio.

 

Lo cierto es que el número de homicidios dolosos durante la gestión del panista ha sido uno de los más altos de la historia de los últimos años, en una guerra unilateral fallida declarada como programa sexenal que aún sigue enlutando a miles de familias.

 

Si Calderón pudo, pero no quiso; si no pudo, por incompetente; y si no quiso…

 

Esperemos los efectos colaterales de la declaración realizada en las últimas horas por la ex embajadora Roberta Jacobson y la reacción de seguidores y detractores de Calderón. Por lo pronto, el ex presidente ya envío su nota aclaratoria para que fuera publicada de manera íntegra, con la visibilidad dada a la cobertura que la motiva.

 

Para concluir con esta entrega, me llama poderosamente la atención el asalto al hospital de “Las Américas”, en el municipio de Ecatepec, Estado de México, invadiendo una zona con un alto grado de exposición a residuos peligrosos biológicos infecciosos, RPBI, y al virus del COVID-19 sin las medidas sanitarias prescritas para el ingreso a nosocomios que albergan a pacientes con este padecimiento.

 

Quiera el destino que quienes ingresaron por sus fueros, a la fuerza, no constituyan una estadística más en el número de decesos que se reporten en los próximos días.

 

Parafraseando el Presidente de la República “no me gusta el modito” para ponerse de acuerdo y asaltar al hospital. Espero que no exista un trasfondo político detrás de esta manifestación suicida. 

 

Por lo pronto habrá que restringir aún más la movilidad ciudadana para poder domar a la bestia en estos días críticos.

 

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