Y los diez mil muertos en mayo, la invitación a López – Gatell o la capacidad de adaptación.

La Noche de los Nahuales

¡Anecdótico!

 

La clase a través de videoconferencia se encontraba a la mitad de su duración. De pronto alcancé a escuchar un estruendo, de inmediato se cortó el suministro de energía eléctrica y, en consecuencia, la falta de servicio de internet.

 

Entré en pánico.

 

Con la carga de la batería bien podría terminar sin preocupaciones la videoconferencia, no dudé en emplear mis datos para continuar la clase, gasté más de la mitad de mi consumo mensual en menos de media hora. El problema lo tendría en el turno vespertino porque mis alumnos presentarían el trabajo preparado con anticipación, teatro con títeres.

 

Atado de pies y manos.

 

Sé que algunos de mis alumnos emplean sus datos para cumplir con sus tareas académicas, que algunas de las familias se han quedado sin empleo o que el negocio o la fábrica dejaron de operar por la pandemia que enfrentamos.  En suma, que la pasan difícil en la convivencia diaria al interior de la familia y, encima, las actividades escolares.

 

Con la anécdota del principio me vislumbré en la desesperación de mis estudiantes en su afán de cumplir con las exigencias de la escuela, con las papelerías y los locales que prestan el servicio de internet cerrados y el desempleo, aunado a las dinámicas de violencia familiar que se padece en muchos hogares del país.

 

Por lo pronto, será esta semana —para mí— una semana de cierre de actividades académicas y me preparo para otorgar una calificación individualizada a cada uno de los alumnos a mi cargo. 

 

Mi tarea en estos días será encontrar una respuesta a la pregunta de sí se logró obtener aprendizajes significativos, pertinentes y relevantes. ¿Algo se habrá logrado? Estoy seguro que sí.

 

Insisto, porque desconozco, el cómo entregarán evidencias físicas los alumnos que no pudieron mandarlas a través de internet. ¿La escuela abrirá de forma parcial y con protocolos de seguridad para atender a los alumnos rezagados? Al tiempo.

 

En otro tema, me llena de alegría la invitación que ha recibido el doctor Hugo López – Gatell por parte de la OMS. Lo que significa que se ha dado seguimiento al experto mexicano que tiene en sus manos la gran responsabilidad de conducir las políticas sanitarias para combatir al COVID-19.

 

Los resultados están a la vista y muchos cerrarán los ojos y serán sordos a este reconocimiento que redunda, no sólo en el control sanitario sino en la gran responsabilidad —de aceptar la invitación, de conformar parte del equipo para redactar el “Reglamento Sanitario Internacional”— que tendrá en sus manos para combatir futuras epidemias. 

 

Algo hace bien el doctor López – Gatell y sus aciertos ya le suman enconos. Supongo que un gran número de mexicanos detractores del actual gobierno empezarán con sus críticas malintencionadas que en nada abonan a la idiosincrasia que nos caracteriza: cuando sobresale uno, a tirarle todos.

 

Yo no soy experto, pero si el número de decesos siguen ascendiendo y moviéndose a la velocidad de los últimos días, no hay duda, según mis cálculos de pueblo, la cifra llegará a los diez mil muertos para cerrar el mes de mayo. Espero estar errado en mis cálculos. 

 

La capacidad que siempre ha caracterizado al ser humano y que asegura su supervivencia es la capacidad de adaptación, en contra de lo que dirá la ley de Calicles, el del más apto o el del más fuerte; del que tiene más en contra del que nada tiene.

 

Esta capacidad de adaptación que le ha permitido al ser humano subsistir a lo largo de la historia por muchos miles de años, se pondrá a prueba con la actual pandemia que asola aún a nuestro país y que no tiene fecha de caducidad.

 

El comportamiento ciudadano deberá amoldarse a las exigencias propias de cada región y su respuesta ante la emergencia sanitaria deberá ser de prevención ya que la capacidad irrefutable de los coronavirus, como cualquier virus, es su capacidad de mutación, cada vez más agresiva.

 

Quiero terminar esta entrega con algunos versos del poema “Poesía urgente” del autor Gabriel Celaya, en la voz incomparable de Andrés Jiménez, “El Jíbaro”, muy acorde a la situación de emergencia sanitaria en la que nos encontramos. 

 

[…]

Cuando se miran de frente

los vertiginosos ojos claros de la muerte,

se dicen las verdades:

las bárbaras, terribles, amorosas crueldades…

 

Se dicen los poemas

que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,

piden ser, piden ritmo,

piden ley para aquello que sienten excesivo.

 

Estamos tocando el fondo.

Estamos tocando el fondo.

Estamos tocando el fondo.

Estamos tocando el fondo.

 

Por Benjamín M. Ramírez

 

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