LA NOCHE DE LOS NAHUALES || BENJAMÍN M. RAMÍREZ

LA SANGRE DE TU HERMANO CLAMA A MÍ DESDE … LA FRANJA DE GAZA.

 LA NOCHE DE LOS NAHUALES

Benjamín M. Ramírez

La experiencia del Holocausto judío perpetrado por los alemanes durante el conflicto bélico de la Segunda Guerra Mundial parece que no ha sido suficiente. Naciones, pueblos y hermanos, en lucha fratricida, se matan entre sí.

Los primeros capítulos del Génesis narran el fratricidio, el homicidio de un hermano,  de Caín en contra de su hermano Abel. El relato mítico consignado en la Biblia quiere explicar o justificar el fratricidio, con la penalidad impuesta a Caín por Dios, con la marca que lo acompañaría hasta el día de su muerte. “Quienquiera que matare a Caín, lo pagaría siete veces” (Génesis 4, 16).

La rivalidad de los pueblos árabes y judíos puede remontarse desde los tiempos bíblicos. Si ya se consignó el relato de la muerte de Abel, la hostilidad y animadversión entre judíos y palestinos parece apoteósico. Ambos pueblos, judíos y árabes, se autoproclaman descendientes de Abraham.

Y así, según el relato sagrado, Ismael fue concebido primero, por Agar, una esclava de origen egipcio, porque Abraham, un anciano de 84 años y su esposa Saray no podían tener hijos. Agar tiene que huir al desierto por los maltratos que recibe de su ama, Saray.

Sin embargo, el Ángel del Señor, acude al rescate de Agar y le pide que vuelva a la casa de su ama y se someta. Y lanza esta promesa para Ismael: “Será un hombre fiero. Su mano contra todos, y la mano de todos contra él” (Génesis 16, 12).

Quizá la promesa de Dios sigue vigente para la descendencia de Ismael.

El pueblo de Israel nació después de la Segunda Guerra Mundial cuando las Naciones Unidas le otorgaron un pedazo de la tierra del pueblo palestino. Desde ese momento, el pueblo judío apoyado y armado por los Estados Unidos de Norteamérica ha despojado de sus tierras a los palestinos.

Pueblos enteros callan frente al genocidio que se comete en contra del pueblo palestino. Muros infranqueables, puestos de control, leyes, toques de queda, bloqueos por aire, mar y tierra,  y embargos, determinan que la sobrevivencia del pueblo palestino en el holocausto al que han sido sometidos sea la promesa de Dios que se cumple, incluso hoy.

El documental producido por Hernán Zin sigue vigente (Zin, 2014).

La población palestina en su totalidad sufre los arteros ataques de la artillería pesada, los misiles disparados por un Israel fratricida. Un hermano que alza la mano en contra de su propio hermano, con todas las ventajas, contra un pueblo que apenas responde con piedras a la declaración de guerra lanzada con todo el arsenal de las fuerzas de Defensa Israelí, FDI.

Ni siquiera hoy el Ángel del Señor acude para aliviar el sufrimiento de Agar. Su descendencia ha sido mutilada, muerta, aislada y reducida a escombros. Todos se preocupan por un Israel beligerante, abusivo y usurpador. Nadie por Agar que huye de los maltrato de Saray.

Es necesaria y urgente la aplicación del Derecho Internacional Humanitario, DIH, para prevenir los daños irreparables a la población civil no beligerante, principalmente niños, mujeres y ancianos.  Ya el Convenio de Ginebra, en su Artículo 4, párrafo 1, ordena lo siguiente:

“1) Las personas que no participen directamente en las hostilidades, incluidos los miembros de las fuerzas armadas que hayan depuesto las armas y las personas puestas fuera de combate por enfermedad, herida, detención o por cualquier otra causa, serán, en todas las circunstancias, tratadas con humanidad, sin distinción alguna de índole desfavorable, basada en la raza, el color, la religión o la creencia, el sexo, el nacimiento o la fortuna, o cualquier otro criterio análogo”.

Lo novedoso de la guerra en Medio Oriente ha sido que la Inteligencia israelí, considerada como la mejor del mundo, El Mosad, falló.  Sin embargo, a pesar de toda la experiencia del Mosad, algo fracasó en la Inteligencia Israelí que no supo o no pudo controlar la escalada provocada por Hamas. La impenetrabilidad israelita fue vulnerada. La Cúpula de Hierro, a través de los misiles interceptores Tamir, no pudieron contra todo el embate y la furia contenida en el ataque de Hamas.

La brutalidad que el pueblo de Dios aplicará contra todos los palestinos será por igual. No habrá piedad para cualquier residente bajo la acusación de pertenecer, favorecer o encubrir las actividades terroristas del brazo armado de la resistencia palestina.

Al cierre de esta edición el conflicto bélico continúa, con el horror que significa la guerra: la pérdida de vidas humanas, la brutalidad de los ataques, la altanería de un Israel que se siente violentado y una nación Palestina ultrajada y abandonada por todos, incluso hasta por Dios.

Muchas naciones han llamado a resolver el conflicto a través del diálogo y no de la confrontación armada.

Palestina: que haya paz detrás de los muros… en tus casas, seguridad, comida y agua.

Dios ha dicho: la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra… (Génesis 4, 10).

 Las naciones árabes guardan silencio. Los Estados Unidos de Norteamérica respaldan al vástago travieso que se transforma en Goliat para pelear contra David. Frente a un David, acorralado, por mar, tierra y aire, bloqueado y hacinado, en la inanición,  que se defiende con palos y piedras.

Frente al silencio ominoso, ignominioso y abominable de las naciones, elevo una oración para pedir: “Paz para Palestina”.

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