THE ERAS TRUMP Y EL “MARE NOSTRUM”

Sugiero que la siguiente publicación sea leída teniendo como fondo la canción “Los mandados” de Vicente Fernández.

Por Benjamín M. Ramírez

Sugiero que la siguiente publicación sea leída teniendo como fondo la canción “Los

mandados” de Vicente Fernández.

 

Crucé el Río Grande nadando

Sin importarme dos riales

Me echó la migra pa'fuera

Y fui a caer a Nogales

Entré por otra frontera

Y que me avientan pa' Juárez.

 

Sería ilusorio pensar que los migrantes no aportan o constituyen, en sí mismos, una carga

social para el Estado que los acoge. Nadie migra por diversión. Las razones subsistentes

para la realidad en el flujo migratorio son variopintas: empleo, inseguridad, guerra, desastres

naturales, entre otras.

 

La migra a mí me agarró

Trescientas veces digamos

Pero jamás me domó

A mí me hizo los mandados

Los golpes que a mí me dio

Se los cobré a sus paisanos.

 

Las intenciones y acciones del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald

Trump, de construir un centro de detención en Cuba, en la isla de Guantánamo, las redadas

en contra de las comunidades migrantes, vedar la nacionalidad a los hijos de migrantes que

cruzaron la frontera de forma ilegal; el trato inhumano en los centros de detención y traslados

de los migrantes a sus lugares de origen esposados y encadenados en aeronaves militares,

constituyen acciones arrogantes que violentan los derechos humanos más elementales,

signados en “La Declaración de Independencia norteamericana”, del 4 de julio de 1776, y que

inspiró a la “Declaración de los derechos del hombre”, signada el 9 de julio de 1789:

Los Representantes del Pueblo Francés, constituidos en Asamblea Nacional, considerando

que la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del Hombre son las únicas

causas de las calamidades públicas y de la corrupción de los Gobiernos, han resuelto

exponer, en una Declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del

Hombre, para que esta declaración, constantemente presente para todos los Miembros del

cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes; para que los actos del

poder legislativo y del poder ejecutivo, al poder cotejarse en todo momento con la finalidad

de cualquier institución política, sean más respetados y para que las reclamaciones de los

ciudadanos, fundadas desde ahora en principios simples e indiscutibles, redunden siempre

en beneficio del mantenimiento de la Constitución y de la felicidad de todos.

 

Las intenciones del presidente más poderoso del mundo allanan las acciones de los cuerpos

de seguridad y brindan potestades especiales para los grupos antiinmigrantes. Lo cierto es

que los campos se están quedando sin jornaleros agrícolas, los proyectos de construcción,

sin peones, ante el nerviosismo y miedo por ser detenido y deportado. El proceso de

deportación puede ser, en sí mismo, un viacrucis: desde la revisión del estatus migratorio, el

ser llevado a los centros de detención, la deportación, que incluye la separación de las

familias, y el abandono de los menores a un destino incierto.

 

Ante la amenaza de los aranceles que serán aplicados a principios de febrero, el cambio del

nombre al Golfo de México y la declaración como terroristas a los grupos delincuenciales que

operan en el país, las acciones más simples y cotidianas del gobierno y de los ciudadanos

pueden marcar la diferencia ante las bravuconadas de quien se ostenta, y con razón, como el

presidente más poderoso del mundo.

 

Antes algunas acciones concretas como propuestas personales recuerdo al dueño de la

tienda de abarrotes que se encontraba cerca de la casa, negocio al que solía ir a comprar

durante mi niñez.

 

Pedro, como se llamaba, —y los dependientes que atendían la tienda—, se molestaban si te

veían que ibas a comprar a la competencia. Las sanciones y correctivos por esta prueba de

deslealtad consistían en negarte despacharte los productos que se encontraban a la vista o

en el exhibidor. En ocasiones te condicionaba la venta de un producto con la compra de otro,

principalmente el petróleo, el azúcar o el café. En su defecto, la negativa siempre podía venir

por cualquier pretexto.

 

El abarrotero y su familia entera, demandaba exclusividad. O me compras o no te vendo. Así

que, ante estas acciones recurrentes, se tenía que buscar otras alternativas, como utilizar un

camino diferente para ir con la competencia o mandar a alguien más por el mandado. Las

leyes de comercio no decantaban, en ese momento, a favor del consumidor. Aparte, la

competencia no era mucha o los dueños de los comercios establecían sus propias

reglamentaciones y sanciones para los que se atrevían a jugar al emprendedor. Existían

ciertos lineamientos para no establecer un negocio cercano a otro. El libre comercio ni

siquiera era incipiente.

 

Hoy, al menos en mi pueblo, una retahíla de pequeños expendios pulula por doquier. Y la

tienda de don Pedro, así con el don, no quedan ni siquiera vestigios. Cuestión de libre

mercado. Hoy vende más el que atiende mejor.

 

Yo creo que, ante las crecientes amenazas arancelarias, podemos empezar la detonación de

pequeñas acciones, que a la larga pueden ser contundentes:

 

1.- Dejar de comprar en las tiendas que involucren o sean de capital norteamericano.

2.- Optar por la compra de productos de otras latitudes.

3.- Incentivar el mercado local, principalmente con la adquisición de productos de primera

necesidad.

4.- Desdolarizar al país: abandonar al dólar como divisa de cambio.

5.- Incrementar políticas claras en los aparatos gubernamentales, principalmente en un

combate serio en contra de la corrupción y renovación moral.

6.- Incrementar los niveles de seguridad pública en la percepción ciudadana para que las

inversiones privadas lleguen y se asienten.

7.- Asegurar los capitales golondrinos, aquellos que pulverizan en cualquier momento la

estabilidad financiera de los países con economías emergentes.

8.- Dejar de mirar hacia el norte cuando la solución puede encontrarse en el sur.

9.- El Estado mexicano debe dejar su ceguera institucional para atender y paliar las

problemáticas más apremiantes ya que la sociedad exige una solución inmediata a dichas

situaciones.

10.- Revisar las propiedades y estatus migratorios de la población norteamericana en suelo

mexicano, principalmente en las zonas costeras, aledañas a las playas y en los distintos

puntos turísticos del país: San Miguel de Allende, San Cristóbal de las Casas, Cancún,

Guanajuato, Guadalajara, Ciudad de México, Morelos, Morelia, Puebla y Tijuana.

10.- Sólo son cuatros años de gobierno en la era de Trump.

 

Como mexicanos hemos dado cuenta de nuestro sino a lo largo de siglos. Desde el inicio de

esta nación, en sus albores, fue regada en sus cimientos con sangre, fuego y sacrificio de

miles de personas que creyeron en esta nación.

 

Hoy la historia, demanda una actitud de patriotismo que rebase el fanatismo, de reclamos

estériles y que no abonan a las situaciones en las que nos veremos impelidos. No sé cómo ni

de qué manera el mexicano podría actuar en caso de una invasión ante el poderío militar de

los norteamericanos. Quizá algunos aplauden, lo desean y promueven. Otros, solo se harán

a un lado, al paso de las tropas. Muchos más honrarán a la patria con su sangre, sacrificando

la vida.

 

Es hora de que el gobierno asuma su rol como eje rector y empiece a poner orden en la casa

común. Es hora de que legisladores y ministros de justicia, educadores y creyentes,

hagamos una seria introspección de las soluciones más viables frente a las amenazas de un

“Más si osare un extraño enemigo […]”.

 

De ahí me fui a Tamaulipas

Y me colé por Laredo

Me disfracé de gabacho

Y me pinté el pelo güero

Y como no hablaba inglés

Que me retachan de nuevo.

 

Todos los imperios han caído. Así lo dice la historia.

Dejar de usar Google puede ser un buen inicio.

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