Un problema ético || Transiciones

Tiempos aciagos los que vivimos que exigen ecuanimidad, objetividad, deseos reales de transitar hacia la superación de la peor pandemia que recuerde mi generación. De pronto, la globalización se nos apareció de la peor manera posible; en forma de un virus que va a matar a más en el terreno económico y social que por la infección. La crisis económica que está por venir será terrible en sus consecuencias: violencia intrafamiliar, homicidios, asaltos y robos, desempleo, etc.

Son tiempos para actuar conforme a los más elementales principios éticos: valores y normas que conducen a hacer lo que a todos, o la gran mayoría, conviene. Evidentemente, lo que hoy nos conviene es enfrentar la pandemia de la mejor forma posible para evitar el mayor número de víctimas. Tratar de que al final los saldos sean lo menos negativos para reemprender la convivencia social. Se dice fácil, pero es sumamente complicado.

La actual crisis nos ha desnudado y obligado a presentarnos tal cuál nos relacionamos entre nosotros y con el poder público. Si ya de por sí el uso intensivo de las redes sociales permitía establecer con claridad las posturas de los actores ante cualquier tipo de fenómenos o problemas, la crisis actual del Covid-19 derrumbó todas las máscaras. Sobre todo las diferencias se trasladaron de las políticas asumidas para tratar de enfrentar la pandemia, a la crítica directa hacia los actores políticos y los gobernantes. De pronto todo mundo se sintió especialista en epidemiología, capaz de rebatir cualquier medida instrumentada desde el gobierno. 

Pero lo que me interesa enfatizar es que si bien un buen número de opinantes en las redes no tienen un interés más allá que el ego de tratar de decir una frase chusca, difundir un meme, o de representar solo sus creencias e intereses personales aún mostrando un desconocimiento profundo de los temas aludidos e incluso dejando en evidencia su ignorancia supina, hay quienes si actúan y difunden sus opiniones basados en un proyecto ideológico, político y económico. 

En este último caso, se ubican los analistas y comentaristas políticos que deberían tener una responsabilidad ética de allegarse toda la información y verificarla para apoyar sus análisis y comentarios. Por desgracia, esto no ha sido así en muchos de los casos. Se toman solo aquellos datos compatibles con sus puntos de vista. Esto ha afectado la información que la ciudadanía ha recibido acerca de la pandemia.

Refiero un par de ejemplos de esta ausencia de ética y de manipulación de la información para favorecer intereses privados en contra del interés social. La llamada consulta ciudadana para definir el futuro de la empresa cervecera Constellation Brands en Mexicali. Muchos de los comentaristas (desde la Ciudad de México e incluso en la entidad) desconociendo todo el proceso que inició en 2015 con permisos irregulares para la explotación del acuífero otorgados por el gobierno del Estado y no por la Federación -única autorizada-, en un escenario de estrés hídrico. El énfasis lo pusieron en la pérdida de “miles de empleos” y en la pérdida de confianza de los inversionistas  cuando en realidad los empleos directos solo serían 750 y el daño hídrico irreparable. El segundo caso es el referente a las declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador acerca de la corrupción en el parque eólico Energía Sierra de Juárez. Los comentaristas, utilizando solo el dato cierto de la energía eólica como una alternativa de generación limpia en comparación con las fuentes tradicionales, se le lanzaron a la yugular al presidente. Ocultaron que se trata de un proyecto de las compañías Sempra Energy/ Intergen-Shell para instalar en 4 fases un total de mil aerogeneradores de electricidad para exportación, en una superficie que abarcaría 2.3 veces la ciudad de Tijuana y que la única ganancia para el país será el pago de impuestos de operación, con un daño irreparable al ecosistema. 

En los dos casos se ocultó la información de fondo para manipular el análisis a favor de las empresas. Una actividad periodística carente de ética, al servicio de intereses personales. Lo dicho, las crisis desnudan las posiciones de los actores. Una vez pasada la crisis, se tendrá que rendir cuentas a la ciudadanía.  

 

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