UABC, No se vale hacer trampas o control interno y fajos de billetes en el senado

LA NOCHE DE LOS NAHUALES

Por Benjamín M. Ramírez

 

En el rol docente que asumo en mis tareas diarias frente a un grupo determinado sale de mi control la obtención de resultados a través de una evaluación objetiva, representativa y que responda a los fines para los cuales se establece dicha valoración. 

 

Sobre todo, el de orientar los logros de los aprendizajes alcanzados, alinear el proceso de enseñanza – aprendizaje, disponer la metodología empleada y tomar decisiones acerca de lo idóneo o no, dentro de dicho proceso. Sin perder de vista que el aprendizaje debe ser representativo, pertinente y significativo.

 

Ya sea en el nivel superior o en educación media superior, la evaluación —presencial, en línea o a distancia— siempre tendrá sus inconvenientes si se quiere juzgar bajo los parámetros enunciados en el párrafo anterior. Dicha objetividad y representatividad escapan del control institucional y del propio docente. En otras palabras, no existe. 

 

Respecto al aprendizaje existen muchos teóricos que ya han lanzado sus propuestas. Enuncio solamente algunas de ellas: conductismo, constructivismo, cognitivismo, entre otras teorías. No me detendré en ninguna de las mencionadas porque el tema que nos ocupa se encuentra en las aristas propias de los valores, del aprendizaje en sí mismo y del comportamiento social.

 

Frente a la denuncia —de ser posible en la objetividad más inmaculada en la veracidad de la información— que circula en redes sociales sobre las trampas que —11, 290 aspirantes solicitaron presentar el examen de admisión a la máxima casa de estudios en Baja California, la UABC, a través de Internet— algunos candidatos resolvieron el proceso de selección en situaciones ventajosas, copiando, respecto a los 21 mil que optaron por presentar el proceso de admisión de manera presencial.

 

No se vale.

 

Según las redes, las imágenes que circulan en el ciberespacio, y los propios estudiantes que critican esta práctica deshonesta, cientos de estudiantes contaron con el respaldo de terceros para resolver la evaluación de selección para cursar una carrera en las aulas de los cimarrones.

 

Me pregunto quién querrá contratar a uno de los profesionistas egresados de la UABC perteneciente a esta generación que ha ido en contra de los principios básicos de la cívica y la ética. El suelo debe estar parejo para todos. Acciones deshonestas ponen de manifiesto el carácter, el temple y los principios que dan paso al comportamiento de los ciudadanos. 

 

Algunas situaciones o acciones pueden ser consideradas como imprevistas, pero la situación de deshonestidad —que involucra incluso a instituciones que hacen alarde de brindar cursos de nivelación para el ingreso al nivel superior han sido balconeados por contar con el mismo tipo de reactivos, material de evaluación o grado de complejidad de los conocimientos a examinar— dice mucho del estado de vulnerabilidad por la que atraviesa la máxima casa de estudio en Baja California y pone en entredicho, el lugar que ocupa en el ranking de universidades mejor posicionadas en el país. 

 

Una solución salomónica frente al justo reclamo de quien siente que se le concedió amplias ventajas para ser admitido en UABC deberá ser la anulación automática del proceso de selección en línea, es decir, anular el resultado y obligar a todos los que optaron por presentar la evaluación para ser admitido vía remota, a presentar su evaluación de manera presencial. 

 

Aunque el examen ya ha perdido su objetividad, representatividad y pertinencia por las filtraciones que se han registrado vía “escuelitas” de nivelación académica para asegurar un lugar entre los cimarrones, deberán emplearse y aplicar medidas remediales frente a esta situación por demás, vergonzosa. 

 

La verdad, con estos cursos remediales ofrecidas por instituciones que se prestan a acciones de deshonestidad, sólo se pone en entredicho la calidad institucional de la Universidad Autónoma de Baja California frente al esfuerzo de quienes verdaderamente derraman sangre, sudor y lágrimas en su preparación académica para lograr con base a méritos propios, y no de terceros, un lugar en el nivel superior. 

 

Frente al esfuerzo y la dedicación que siempre rendirán frutos acompañados por el éxito, está la deshonestidad de quien la ha visto fácil engañarse a sí mismo en su intento ínfimo para contestar un examen de selección. ¿Debe aplicarse la máxima de Maquiavelo: el fin justifica los medios? 

Por supuesto que no.

 

Insisto, bien harán las autoridades académicas de la UABC en anular el proceso de selección. 

 

En esta misma línea, considero justo que las autoridades educativas, respetando la autonomía universitaria, deberían buscar mecanismos de control que permitan disminuir o inhibir las intenciones de hacer trampas en todo proceso de evaluación, y más en el examen de selección. Ya algunas instituciones de nivel superior han alcanzado estos niveles implementando medidas, sobre todo invirtiendo en software, que disminuyan o apliquen remedios paliativos frente a estas prácticas que denigran a las personas y a las instituciones.

 

En caso de que no conozcan el camino para lograr lo indicado en el párrafo anterior pueden consultarme o  seguir la ruta marcada por instituciones de prestigio como el Instituto Politécnico Nacional, IPN, institución que ha incorporado una serie de medidas para evitar enfrentarse a situaciones deshonrosas y deshonestas como lo acaecido en UABC. 

 

Hasta el cierre de esta columna las autoridades universitarias de la UABC no habían emitido comunicación alguna sobre estos lamentables hechos. 

 

Puedo asegurar que hacer trampas también es parte del proceso de aprendizaje, el trabajo en equipo y el colaborativo son recomendados por teóricos reconocidos, lo bueno o lo malo de las acciones lo juzgará la moral, la ética y la axiología. 

En este país en donde hacer trampas es el pan de cada día, se ha difundido un vídeo a través de algunas plataformas, en el que se deja mal parados a funcionarios involucrados en estas acciones que se perfilan como constitutivas de delitos. 

 

Tan es así que ya algún gobernador en Querétaro ha despedido a su Secretario Técnico, esa labor que se le encomienda solamente a la persona de todas las confianzas del funcionario de marras.

 

Es probable que existan algunos pronunciamientos en el que se deslinden de las acciones y decisiones de personajes coludidos o que pertenecen a las filas de los blanquiazules. 

 

Estas situaciones deberían perseguirse de oficio y deshabilitar del servicio público de forma automática a quienes se vean involucrados en estas acciones propias de la corrupción. Sin embargo, debido a la presunción de inocencia, nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario.

 

Concluyo, aprovechando este espacio para saludar al obispo emérito, Arturo Lona Reyes, en el marco de su aniversario número 49 de su ordenación episcopal como obispo en el Istmo de Tehuantepec, y que fuera obispo de la demarcación territorial de mi pueblo. 

 

Arturo Lona Reyes, lo mismo que Samuel Ruiz, Raúl Vera y Don Sergio Méndez Arceo, han sido catalogados por la derecha eclesial como los obispos rojos, por su cercanía y defensa de la teología de la liberación. 

 

A Don Arturo Lona le deseo que siga inspirando su labor profética y su celo pastoral al igual que muchos mártires en defensa de los más vulnerables y desposeídos. 

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